Las recesiones no surgen de la nada. Son el resultado de cambios y decisiones específicos, a veces lentos, a veces repentinos, que desestabilizan la economía. Comprender las causas de una recesión puede ayudar a comprender el panorama general cuando las noticias empiezan a sonar desalentadoras. También te permite prepararte mejor para lo que pueda venir después.
Analicemos los desencadenantes más comunes, cómo se conectan y qué nos ha enseñado la historia sobre cómo tienden a desarrollarse las recesiones.
Los fundamentos del ciclo económico
Toda economía se mueve en ciclos. A veces crece, a veces se desacelera. Ese ritmo natural incluye fases de expansión, donde la situación se ve bien, abundan los empleos, el gasto aumenta y las empresas tienen confianza. Luego viene la contracción, donde el crecimiento empieza a decaer, se pierden empleos y el gasto se enfría.
Las recesiones ocurren durante la fase de contracción. Son una versión más profunda y sostenida de una desaceleración normal. No todas las caídas de la economía se convierten en recesión, pero cuando las señales se alinean (contracción del PIB, aumento del desempleo y caída de la producción), es una clara señal de que la economía está bajo presión real.
Entonces, ¿cuándo se convierte en una desaceleración?
La predicción oficial suele darse cuando el PIB cae durante dos trimestres consecutivos. Esa es la medida más simple, pero los economistas también analizan el desempleo, los salarios, el gasto de los consumidores y la producción empresarial. Cuando suficientes de estos sufren un duro golpe, deja de ser una simple racha: se convierte en una recesión.
¿Qué causa realmente una recesión?
No hay una única respuesta. Las recesiones suelen ser el resultado de una combinación de problemas que se retroalimentan. Esto es lo que suele provocarlas:
1. Shock de demanda
Esto es lo que sucede cuando las personas y las empresas dejan de gastar repentinamente.
Cuando los consumidores pierden la confianza o los ingresos, se frenan. Pueden ahorrar más, retrasar grandes compras o recortar gastos no esenciales. A veces, esto se debe al miedo, como durante una pandemia o una ola importante de despidos. Otras veces, se desencadena por la inflación o la incertidumbre sobre el futuro.
Las empresas también reaccionan. Si los líderes prevén una demanda más débil, pausan las inversiones, retrasan la contratación o cancelan los planes de expansión. Esto crea un círculo vicioso: un menor gasto se traduce en menos empleos, lo que a su vez se traduce en un gasto aún menor.
2. Shock de la oferta
A veces, el problema empieza con la forma en que se fabrican y se entregan los productos. Los desastres naturales, las guerras y los acontecimientos mundiales pueden interrumpir las cadenas de suministro, dificultando la obtención de bienes o encareciéndolos.
Cuando los costes de producción se disparan, como durante una crisis del petróleo, las empresas los trasladan a los clientes o los absorben. De cualquier manera, los márgenes se reducen y la actividad general se ralentiza.
3. Errores de política monetaria
Los bancos centrales intentan dirigir la economía mediante las tasas de interés. Pero es un equilibrio complejo.
Cuando las tasas suben demasiado rápido, los préstamos se encarecen. Las hipotecas, los préstamos comerciales y el crédito se restringen, lo que puede frenar el crecimiento. Por otro lado, si las políticas cambian demasiado rápido o no se comunican, pueden asustar a los mercados y generar confusión o pánico.
4. Inflación o deflación
Ambos extremos pueden causar problemas.
Cuando la inflación sube demasiado rápido, todo se encarece. Los salarios a menudo no se mantienen al ritmo y la gente empieza a reducir el gasto. Eso ralentiza la economía.
La deflación conlleva sus propios riesgos. Cuando los precios caen de forma constante, la gente pospone las compras con la esperanza de encontrar mejores ofertas más adelante. Esto puede provocar una congelación del gasto y dificultar el pago de la deuda.
5. Crisis financieras
Suelen desencadenarse por problemas en el sistema bancario o en los mercados financieros.
Si los bancos quiebran o el crédito se agota, el flujo de dinero se detiene. Esto afecta a todos, desde propietarios de viviendas hasta pequeños empresarios y grandes corporaciones. A veces, el problema proviene de burbujas de activos infladas, como la vivienda en 2008 o las acciones tecnológicas a principios de la década de 2000. Cuando estos estallan, las consecuencias se propagan rápidamente.
6. Errores de política fiscal
Los gobiernos desempeñan un papel fundamental en la estabilidad económica. Cuando ajustan los presupuestos demasiado rápido durante una recuperación frágil o imponen demasiadas regulaciones con demasiada rapidez, pueden perjudicar la confianza de empresas y consumidores.
La elevada deuda pública también puede limitar la capacidad del gobierno para responder con gastos de estímulo u otras medidas de apoyo cuando se produce una recesión.
7. Eventos globales y shocks geopolíticos
El mundo está conectado. Lo que sucede en una parte puede afectar a todas las demás.
La COVID-19 es el ejemplo reciente más obvio. Las cadenas de suministro colapsaron, los viajes se detuvieron e industrias enteras se paralizaron. Las guerras, las disputas comerciales o la inestabilidad política también pueden desencadenar efectos económicos de amplio alcance, especialmente en la economía global actual.
Rara vez es una sola cosa
La mayoría de las recesiones no tienen una sola causa. Son más como fichas de dominó. Una cosa desencadena otra, que a su vez desencadena otra. Una crisis financiera podría reducir los préstamos, lo que frena la inversión empresarial, lo que aumenta los despidos, lo que reduce el gasto, etc.
Por eso las recesiones son tan difíciles de predecir y aún más difíciles de detener una vez que comienzan.
Ejemplos del mundo real
En 2008, estalló una burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y desencadenó una crisis crediticia mundial. Los bancos quebraron, desaparecieron empleos y la recuperación tardó años. En 2020, una crisis sanitaria mundial paralizó las economías casi de la noche a la mañana. Los sectores de viajes, comercio minorista y hostelería se vieron especialmente afectados, y los gobiernos tuvieron que actuar con rapidez para evitar un colapso más profundo. Cada evento tuvo diferentes puntos de partida, pero ambos muestran la rapidez con la que las cosas pueden desmoronarse cuando se dan las condiciones. Las recesiones no son aleatorias. Son el resultado de puntos de presión en la economía, algunos visibles, otros no, que se acumulan con el tiempo y finalmente se rompen. Comprender estas causas no previene la siguiente, pero sí ayuda a detectar las señales de alerta y a reaccionar con mayor claridad.
No es necesario estar al tanto de cada cambio de política o movimiento del mercado. Pero saber cómo encajan estas piezas te da una mejor idea de lo que sucede cuando la economía empieza a tambalearse. Y ese conocimiento marca una verdadera diferencia en cómo planeas, actúas y te mantienes firme cuando surge la incertidumbre.