El mundo está cambiando. Especialmente en 2020, las perturbaciones mundiales causadas por la pandemia de COVID-19 están preparando el terreno para nuevas transformaciones.
Un estudio realizado por la Universidad de Oxford demuestra que el dinero puede contener 26.000 bacterias por billete. En este proceso en el que la pandemia sigue su curso; el hecho de que los billetes y monedas sean un medio de transmisión de la infección y la necesidad de minimizar el contacto físico; sigue afectando a las relaciones entre consumidores y empresas, y en este punto todo se digitaliza cada vez más. Como consecuencia de la disminución del uso del efectivo, la difusión de los pagos digitales es de gran importancia. Los pagos digitales siguen perturbando las estructuras industriales del pasado y creando economías completamente nuevas. Además, aporta un soplo de aire fresco a la forma de trabajar y vivir. Cuando se analizan las tasas de pagos en los mercados desarrollados, los pagos digitales representan más del 60%. Se espera que Suecia se convierta en la primera sociedad sin dinero en efectivo del mundo en 2023.
Por otra parte, la digitalización de la moneda es otra de las cuestiones que atraen la atención. La digitalización de las monedas permite eliminar las fronteras financieras. Además, a medida que el comercio y los sistemas de pago siguen evolucionando, los dispositivos móviles, los macrodatos, las aplicaciones emergentes y muchos otros avances están cambiando nuestra forma de comunicarnos, nuestra forma de trabajar y todo lo relacionado con nuestra forma de pagar. Sin embargo, las nuevas transformaciones del comercio deben ser aceptadas por todo el ecosistema -consumidores, comerciantes, socios y reguladores- antes de que se hagan realidad. Esto se aplica a la criptomoneda y a la moneda virtual, así como a la innovadora tecnología subyacente a la cadena de bloques, pero estos fenómenos tienen un potencial diferente cuando se consideran sobre la base de los sectores del comercio y los pagos. Si se pone un ejemplo;
blockchain
tiene potencial para la confianza, la identidad, el pago, el contrato y la custodia. Las monedas virtuales son una nueva forma de gestionar y mover el dinero, además de facilitar el acceso al ecosistema financiero sin necesidad de tener una cuenta bancaria. Las criptomonedas, por su parte, abren nuevos caminos con sus características de seguridad y descentralización al ir más allá de la infraestructura financiera tradicional.
Con todos estos avances y en condiciones cambiantes
la moneda digital
siguen siendo ampliamente adoptadas y utilizadas por los consumidores en todo el ecosistema financiero. Se espera que en los próximos años la moneda se digitalice por completo y que las fintech reciban el apoyo de gobiernos y reguladores.